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Antes de definir si indagan al sospechoso, pidieron más precisiones sobre la imputación de Cristian Graf

La investigación por el hallazgo de los restos óseos de Diego Fernández Lima, el adolescente de 16 años que había desaparecido el 26 de julio de 1984 y que 41 años después se supo que había sido asesinado y enterrado en el fondo de una casa de Coghlan, sumó un nuevo capítulo.

Antes de definir si decide indagar a Norberto Cristian Graf, excompañero de la escuela secundaria de la víctima y quien todavía vive en la propiedad donde, de forma fortuita, fueron encontrados los huesos el 20 de mayo pasado, el juez nacional en lo criminal y correccional Alejandro Litvack le pidió más precisiones al Ministerio Público Fiscal sobre la imputación que le endilga al sospechoso.

La palabra de Javier, el hermano de Diego Fernández Lima

La semana pasada, el fiscal Martín López Perrando, a cargo de la investigación, imputó a Graf, de 58 años, de los delitos de encubrimiento agravado y “supresión de evidencia” y pidió que sea citado a prestar declaración indagatoria.

“El magistrado no resolvió sobre la cuestión de fondo, es decir, el pedido para indagar a Graf. Le devolvió el dictamen al fiscal y le pidió más precisiones sobre la conducta y el delito que le endilga al sospechoso”, explicaron a LA NACION fuentes judiciales.

En su resolución, según dijeron las fuentes consultadas, el juez Litvack sostuvo: “No hay en el dictamen una concreta imputación bajo la cual intimar debidamente al acusado. A efectos de no vulnerar la garantía del debido proceso y de evitar posibles futuras nulidades que pudieran entorpecer el avance correcto de este proceso, es que previo a expedirme en los términos solicitados, devolveré el sumario a la fiscalía con el fin de que aclare los términos de su imputación, por lo que he de remitir el presente legajo de acuerdo a la delegación oportunamente ordenada a tenor del artículo 196 del Código Procesal Penal de la Nación”.

Para el fiscal, Graf “buscó silenciar el crimen de Diego Fernández” y “practicó diversas maniobras tendientes a encubrir la averiguación de la verdad”.

En su dictamen, López Perrando había explicado que pudo acreditarse que “efectivamente” la víctima fue asesinada y su cuerpo fue ocultado en el interior de la propiedad que “habitó y habita” Graf. El fiscal sostuvo que “no fue posible determinar fehacientemente la autoría del homicidio”.

Norberto Cristian Graf en la puerta de su casa de Coghlan

Para López Perrando, según su presentación ante el magistrado Litvack , Graf “realizó manifestaciones tendientes a desviar la investigación desde su génesis -momento del hallazgo de los restos óseos- con la inequívoca finalidad de garantizar la impunidad de su/s autor/es”.

“Buscó silenciar el homicidio de Fernández Lima”, sostuvo el fiscal en su dictamen de 35 páginas.

Como se dijo, Fernández Lima desapareció el 26 de julio de 1984, cuando tenía 16 años. Sus restos fueron encontrados accidentalmente casi 41 años después, por un albañil de una obra que se realizaba en el lote situado en la avenida Congreso 3748, que linda con el chalet de la familia Graf.

Eso pasó hace tres meses. Tras el hallazgo de los huesos, el arquitecto a cargo de la dirección de la obra llamó al número de emergencias 911. A los pocos minutos llegó personal de la Comisaría Vecinal 12C y se sumaron luego peritos de la Unidad Criminalística Móvil (UCM), quienes levantaron 151 piezas óseas y otras evidencias que terminaron siendo clave para la investigación.

Ahora, con el avance de la investigación, el representante del Ministerio Público explicó: “Al momento en que iniciaron los trabajos de excavación en el domicilio lindero a su casa, [por Graf] se mostró preocupado, temeroso de que la verdad saliera a la luz y por ello les espetó a los obreros que tenían prohibido cortar un determinado árbol que se hallaba cercano a la medianera que dividía ambas propiedades”.

El fiscal a cargo de la investigación sostuvo: el día del hallazgo de los restos óseos, “su preocupación [por Graf] se transformó en ocupación al exteriorizar su conducta encubridora: pasando desde la existencia de una iglesia en donde habrían sido enterradas personas hasta [decir] que en una oportunidad habría pedido tierra para rellenar su terreno y que los restos habrían venido ocultos sin que nadie se diera la cuenta”.

Fernández Lima, al que apodaban Gaita, y Graf, conocido como Jirafa, habían sido compañeros, hasta un año antes del crimen, en la Escuela Nacional de Educación Técnica (ENET) N°36. No eran amigos, pero los unía la pasión por las motos.

El caso quedó bajo la lupa judicial cuando personal de la Policía de la Ciudad fue alertado de que obreros que trabajaban en una obra en construcción en un lote situado en Congreso 3748 encontraron restos óseos cuando hacían una excavación para fundar cimientos. En ese lugar había un chalet donde, a principios de siglo, había vivido Cerati, que se lo había alquilado a la artista plástica Marina Olmi, hermana del actor Boy Olmi.

La propiedad había sido demolida para la construcción de un edificio. Y en el momento del hallazgo, los albañiles trabajaban sobre la medianera que daba al fondo del inmueble situado en Congreso 3742.

Tras el hallazgo de los huesos se inició una investigación que quedó a cargo del fiscal Perrando, que, dadas las particularidades del caso –se trataba de un cuerpo que, evidentemente, llevaba muchos años enterrado, lo que requería de métodos especiales de análisis–, convocó a especialistas del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF). Ellos fueron los encargados de la “intervención arqueológica” en la escena donde aparecieron los restos óseos, el 29 de mayo pasado.

“Fuimos convocados por la fiscalía de López Perrando para realizar una ‘intervención arqueológica’ para aportar una mirada y una interpretación del contexto en que el que se produjo el hallazgo. Ingresamos por avenida Congreso 3748, donde se encuentra el obrador. El lugar del hallazgo fue en la medianera con la propiedad de avenida Congreso 3742. No se trataba de una medianera de concreto, era una medianera ‘verde’, un ligustro frondoso. Buscamos indicios para determinar la fosa original donde fue enterrado el cuerpo”, explicó a LA NACION la directora para la Argentina del EAAF, Mariela Fumagalli.

La mayoría de los 150 fragmentos óseos fueron levantados por peritos de la Unidad Criminalística Móvil (UCM) de la Policía de la Ciudad, que trabajó en la escena el día del hallazgo de los huesos.

Diego Fernández Lima fue enterrado en avenida Congreso 3742, donde vive la familia GrafGentileza Manuel Barros Estrada

Los especialistas del EAAF recolectaron una serie de “elementos asociados” (una etiqueta de una prenda que podía corresponder a una campera o pantalón de jean marca UFO, una media y cuero que podría haber sido parte de un par de botas). El personal de la Policía de la Ciudad ya había secuestrado el reloj y la corbata azul.

A partir de la “lectura y limpieza arqueológica”, los peritos del EAAF estimaron que el foso donde fue enterrado Fernández Lima tenía 60 centímetros de profundidad, 1,20 metros de largo y aproximadamente 60 centímetros de ancho, explicó Fumagalli.

“La evidencia nos permitió inferir que el foso está situado en el lote de avenida Congreso 3742. Que el hallazgo se haya producido en el lote de al lado, sumado al hecho de que en esa casa vivió Cerati, fue un factor clave para la difusión del caso y una señal de alarma para la familia de Diego, porque seguían la información que salía en los medios de comunicación y todo les hacía ‘ruido’”, explicó la directora para la Argentina del EAAF.

Los peritos del EAAF estuvieron a cargo de hacer un perfil biológico de los fragmentos óseos hallados en el jardín de Coghlan. Se trata de un estudio que permite determinar el sexo, la edad estimada en el momento de la muerte, la estatura y posibles lesiones que presentaba el cuerpo, entre otras cuestiones.

“Nosotros no establecemos causas de muerte. Sí describimos lesiones. En este caso vimos una lesión cortopunzante a la altura de la cuarta costilla derecha y lesiones en miembros inferiores y superiores con, posiblemente, otro tipo de arma que probablemente se puede asociar a un intento de manipulación del cuerpo”, sostuvo Fumagalli. Para el fiscal López Perrando hubo un intento de desmembramiento del cuerpo.

Las conclusiones del perfil biológico fueron entregados al representante del Ministerio Público. Después se tomaron muestras óseas para intentar obtener un perfil genético, estudio que se realizó en el Laboratorio Genética Forense del EAAF en Córdoba.

“Nuestro objetivo era identificar los restos. Teníamos perfil genético, pero no teníamos una muestra indubitada para comparar. Había que buscar familias que tuvieran familiares desaparecidos. Podíamos tener el mejor perfil genético, pero si no teníamos con qué comparar, eso no nos serviría de nada”, agregó la especialista.

De pronto hubo un giro en el caso: la familia de Diego se comunicó con la fiscalía de López Perrando y con el Equipo Argentino de Antropología Forense. A partir de la información que se publicaba en la prensa relativa a los huesos hallados en la casa de al lado de la que había alquilado Cerati hace un cuarto de siglo, las primeras sospechas de los Fernández Lima se convirtieron en señales de alarma.

El reloj calculadora y la corbata de Diego Fernández Lima

“El dato que a la familia le llamó la atención fue el reloj porque él usaba uno de características similares. También, la corbata. Y sobre todo el rango etario que habíamos estimado a partir del análisis inicial de los restos óseos. Si la familia no se hubiese comunicado iba a ser casi imposible llegar a una identificación positiva”, explicó Fumagalli a LA NACION.

Entonces se le tomó una muestra de sangre a la madre de Diego, Bernabella Lima, que hoy tiene 87 años. Hubo “match”.

“Es una noticia triste, sin duda, pero es una certeza para la familia. La familia de Diego quiere saber qué pasó. Fueron 41 años de búsqueda. Diego no pudo volver a su casa, pasó algo en el medio”, sostuvo Fumagalli.

¿“Jirafa” Graf es el único sospechoso?, le preguntó LA NACION a una fuente judicial. El informante respondió: “Está claro que la víctima fue asesinada y enterrada en la casa de la familia Graf. Ahora debemos determinar quién fue el asesino o los asesinos. En el momento de la desaparición de Diego, en el chalet vivía el matrimonio Graf con sus hijos, Cristian y una adolescente”.

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