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En su peor momento, organicemos la bronca desde abajo para derrotar el ajuste de Milei

Con un rechazo contundente, La Libertad Avanza (LLA) y Juntos por el Cambio (JxC) perdieron más de dos millones de votos respecto de 2023 y sufrieron una verdadera paliza. El oficialismo cayó más de 13 puntos y quedó relegado, evidenciando la crisis política, económica y de legitimidad que atraviesa la gestión libertaria.

El contexto no podría ser peor para Milei: escándalos de corrupción, como el “Karinagate” y las denuncias por sobreprecios en el PAMI; internas feroces; operaciones de inteligencia; censura al periodismo; derrotas legislativas; crisis económica cotidiana y una gestión improvisada y ajustadora que sólo piensa en recortar y en controlar el dólar. Incluso hubo escenas de humillación pública, como la huida en Lomas de Zamora de Milei y sus candidatos, llevada al ridículo con Espert escapando en moto.

La derrota en las urnas reflejó la pérdida de credibilidad y de toda autoridad moral de su gobierno. La tenacidad y valentía de los jubilados fue la punta del iceberg que dejó al descubierto que los “esfuerzos” que exigía Milei recaían sobre los más vulnerables y a través de la represión. Cada miércoles el gobierno montó operativos para con gases y balas de goma marcar ese mensaje.

La debacle electoral no se limitó a Buenos Aires: en Corrientes, LLA quedó cuarta, y la formación de un bloque de gobernadores opositores anticipa una crisis de gobierno y el fantasma del “posmileísmo”. Lejos de hacer una autocrítica real, Milei reconoció la derrota, pero prometió profundizar el ajuste. Como buen sirviente del capital financiero, parece dispuesto a dar la última gota de energía de su gobierno para endurecer la receta exigida por el FMI y los grandes empresarios. Mientras tanto, se especula con nuevas variantes de gobernabilidad.

Una crisis de representación: el voto castigo y el (limitado) canal peronista

El peronismo, pese a sus propias crisis y a no haber sumado muchos votos respecto de 2021, supo canalizar el malestar social. Axel Kicillof se erigió como la figura más fuerte dentro de Fuerza Patria, generando una transición interna que por ahora mantiene a todos los sectores alineados, aunque las tensiones están lejos de resolverse.

El voto a Fuerza Patria fue, en buena medida, un voto castigo y un “mal menor” frente a la motosierra libertaria. El peronismo se entretuvo con una interna a cielo abierto desde que asumió Milei, mientras evitó que la movilización creciera en las calles.

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Todo indica que el gobierno apuesta a redoblar su política económica y social devastadora. El hecho de que un gobierno que ya no puede organizar actos públicos pueda llevarla adelante sólo podría explicarse por el rol de la oposición y, en particular, del peronismo. Recordemos que el año pasado Milei contó con el apoyo del PRO, los radicales, los peronistas “con peluca” y la complicidad de la burocracia sindical para avanzar con los decretos y la “motosierra”. Los peronistas que no se pusieron la peluca justificaron su inacción frente a las luchas de los jubilados y de numerosos sectores de trabajadores, estatales o privados, con el argumento de que “la gente lo había votado”. Y entonces, ¿ahora qué?

Ahora es cuando… hay que derrotarlo

La única forma de que Milei y los empresarios avancen es contando con el aval de la oposición, por acción u omisión. No hay lugar para esperar recambios o acuerdos por arriba. Mientras las bases reclaman reincorporaciones, aumentos salariales y presupuesto para salud y educación, la burocracia responde con silencio y promesas de “más adelante”.

Una oposición en serio pasaría de las palabras a los hechos. En el Congreso, con la oposición actual, está al alcance de la mano tirar abajo el Decreto 70/2023, que habilitó un traspaso de derechos y de recursos naturales a las patronales y el desguace del Estado, completamente inconstitucional. Ya fue rechazado en el Senado y solo falta que se trate en la Cámara de Diputados.

Espero que tanto balance en redes haga que los que han sostenido el DNU 70/23 vigente se la jueguen y de una vez por todas lo tiremos abajo en Diputados. Ya no quedan excusas.

— Myriam Bregman (@myriambregman) September 8, 2025

Las conducciones sindicales de la CGT y la CTA, que están desde el inicio en Fuerza Patria, tienen que romper la tregua. Deben convocar con urgencia a un paro y movilización para frenar de plano las intenciones de Milei, de las grandes patronales y del FMI de profundizar el plan de gobierno.

Organizar la bronca y construir una salida propia

En este escenario de crisis, el Frente de Izquierda Unidad (FITU) demostró ser una fuerza real y consolidada en la provincia. Sin recursos ni espacios en los grandes medios, la izquierda realizó una campaña militante y ganó dos nuevas bancas en la Tercera Sección Electoral, con Nicolás del Caño a la cabeza, alcanzando el 8% en La Matanza y logrando buenos resultados en municipios del Conurbano. Más allá de lo electoral, la izquierda fue la voz que desde el primer momento se alzó contra el ataque del gobierno y se solidarizó con las luchas. Fue la única fuerza que jamás le votó una sola medida al gobierno.

La crisis abre una oportunidad inédita para derrotar el plan de ajuste y saqueo del FMI y del capital financiero. Es porque eso que hay que organizar la bronca desde abajo, en los lugares de trabajo, estudio y barrio, impulsar asambleas en todos los lugares que se pueda, para imponerles a las conducciones sindicales que pasen a la acción.

La izquierda, y en particular el PTS en el Frente de Izquierda, se propone poner toda su influencia al servicio de la movilización contra Milei, el FMI y los grandes empresarios, y avanzar en la construcción de un gran partido de la clase trabajadora que pelee por una salida favorable al pueblo trabajador.

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Se trata de dar respuestas urgentes: ningún despido y reparto de las horas de trabajo entre ocupados y desocupados, 6 horas diarias, 5 días a la semana; aumento inmediato de salarios y jubilaciones; nacionalización de sectores estratégicos bajo control obrero; y ruptura con el FMI. Por una huelga general política hasta derrotar al gobierno de Milei y evitar que sean los trabajadores quienes paguen la crisis.

El freno a la motosierra de Milei tiene que empezar ahora mismo, organizando la bronca y fortaleciendo cada pelea. La tarea es urgente, y la salida, como siempre, vendrá de la organización y la lucha desde los lugares de trabajo y estudios, y de los distintos sectores que se movilizan por sus reclamos democráticos.

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