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Son dos islas hermanas y forman un territorio independiente con gobierno propio. Sin embargo, pertenecen a la Commonwealth (Mancomunidad de Naciones) y reconocen al rey de Gran Bretaña, Carlos III.
La isla mayor es Antigua, una tierra caliza y arenosa con hermosas playas. Barbuda es más pequeña y se encuentra unos 40 km al norte. Está rodeada de arrecifes, una gran laguna se revela en el interior y posee un santuario de aves llamadas fregatas. Ambas se comunican por una línea de ferry. También hay servicio de avionetas y helipuerto. Es un destino que está apostando fuerte al lujo. Fue el elegido por Messi para su luna de miel en 2017, y repitió dos años después.
Aguas cristalinas, playas de arena blanca o rosada y gente amable, conforman el ADN de las islas. Tienen casi de todo, menos ríos. La isla Redonda también integra este grupo. Es pequeña, tan solo 1,5 Km2, y está deshabitada.
Los primeros europeos en llegar fueron españoles y franceses, pero la colonia hecha y derecha la fundaron los ingleses en 1667, quienes llegaron con un importante contingente de inmigrantes irlandeses católicos.
De ahí que el idioma oficial sea el inglés –en el día a día se habla un inglés criollo–, el críquet sea un deporte importante, y se maneje por la izquierda.
El país está trasformando la industria del turismo. Fue reconocido internacionalmente como un destino sustentable y sostenible gracias a una serie de decisiones que tomó en los últimos años para preservar la naturaleza y la cultura local.
Su aparición en el mapa del mundo parece fruto de una historia mítica, hasta podría dar letra a un poema. Es que Antigua nació del mar por la acción de un volcán. En sus costas se enhebran una sucesión de 365 playas, una para cada día del año. Como suele suceder, las del Caribe son más tranquilas que las del Atlántico. Esta diferencia, sin embargo, se suaviza por la presencia de los arrecifes de coral y las calas que forman un escudo protector. Es todo un plan alquilar un auto y recorrerlas desde la capital, St John.
El itinerario clásico por Antigua lleva al puerto de cruceros, un complejo que ha sido premiado internacionalmente. El sitio es también la mejor excusa para dedicar unas horas al shopping en el Heritage Quay, un free shop modernísimo, donde pueden comprarse todo tipo de artículos de marcas internacionales. El centro comercial de Vendor’s, ahí nomás, permite adquirir artesanía local: artículos de paja, cerámica y joyería.
En el Redcliffe Quay, con vistas al puerto de St John, uno puede remontarse a los siglos XVII y XVIII. Es una de las zonas más antiguas de la capital, que antaño fue centro de negocios. Hay que recordar que Antigua fue uno de los principales sitios del Caribe en el comercio de esclavos, ron, azúcar y café, un punto de encuentro entre América, Europa y África.
La arquitectura de ese pasado es el marco para una serie de galerías de arte, boutiques y tiendas de productos autóctonos, que cobra vida entre las 9 y las 17 horas.
Luego del merodeo histórico por St John, se puede emprender una navegación que combina catamarán y snorkel, o llegar a las playas de Dickenson Bay y Valley Church, o planificar la visita al santuario de las mantarrayas.
Desde 2017, Antigua puso en marcha el Corredor Verde, un área de la zona sur comprendida entre Jolly Harbour y Carlisle Bay. Es el área de mayor valor paisajístico de la isla donde se concentran gran cantidad de emprendimientos orientados al turismo. Allí, las actividades están basadas en el respeto de la cultura local, en el cuidado del medio ambiente y en la viabilidad, un concepto que también se percibe en el resto del país.
En Barbuda, el espíritu local es conservar el Caribe intocado. Se trata de una isla coralina de paisaje escarpado, cuyas playas se ven principalmente durante la marea baja. Es famosa la de las 17 millas, donde solía vacacionar Lady Di.
Aquí son numerosos los hábitats autóctonos protegidos, un atractivo para aquellos que valoran el contacto con la esencia del territorio. Además, Barbuda alberga varias cuevas para explorar: Darby, India (con petroglifos) y las Cuevas de Two Foot Bay.
El Parque Nacional de la laguna Codrington, es un área protegida desde 1980 y tiene la condición de sitio Ramsar. Abarca buena parte del territorio de esta isla. En su interior guarda una importante biodiversidad y una laguna salada, la más extensa y mejor conservada del Caribe, todo un atractivo para el ecoturismo.
Desde siempre, la laguna atrajo a las culturas que habitaron la zona, por eso en sus alrededores se desarrollan prácticas y tradiciones, esas que se transmiten de padres a hijos desde hace varias generaciones.
Rodeada de manglares, es el hogar de tiburones, rayas y peces del arrecife. Los birdwatchers encontrarán aquí un verdadero desafío: son 170 las especies que habitan este ecosistema, entre ellas se destaca la colonia de fregatas más grande del mundo.
Kayak, snorkel y senderismo se pueden practicar aquí. El parque está muy cerca de Codrignton, la ciudad más poblada de las dos islas. El mejor momento para conocerlo es la época de apareamiento, de septiembre a abril. Para llegar es preciso tomar un taxi marítimo autorizado que parte del embarcadero de Codrington en compañía de un guía experto. Reserve la salida con debida anticipación en la oficina de turismo.
Desde los Estados Unidos, Canadá y otras islas del Caribe hay vuelos directos y conexiones, relativamente sencillas y rápidas para arribar a Antigua. Desde Panamá existen tres vuelos semanales directos a Barbados y a otros destinos del Caribe. Desde allí se puede conectar con Antigua. En este sentido los enlaces aéreos interislas son bastante variados para aquellos que van de un destino a otro del Caribe.
Por vía marítima, tenga en cuenta que las grandes líneas de cruceros suelen detenerse en Antigua. Entre Antigua y Barbuda funciona un ferry exprés que comunica las islas en 90 minutos de viaje. Sale todos los días de Holly Harbour y tiene un costo aproximado de u$s 120. Si va de visita por un día, tal vez le resulte tomar una excursión que incluye el traslado en ferry por unos u$s 210.
Los argentinos no precisan visa para entrar al país, tampoco certificado de vacunación contra la fiebre amarilla. Sin embargo, si viajan por American Airlines, la compañía les solicitará esta constancia.
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